¿Por qué decidí quedarme en Estados Unidos?
Ya han pasado casi 4 años desde que dejé atrás Perú y comencé a vivir en Estados Unidos. Ha sido toda una experiencia. Cuando me mudé tenía casi 23 años, ahora estoy por cumplir 27. Han pasado muchas cosas buenas y algunas malas. Me gustaría compartir un poco sobre mi experiencia, sobre todo para todos aquellos que quieren conocer más sobre este país.
La respuesta no es tan fácil de responder
Puede que muchos crean que la respuesta es sencilla; después de todo, Perú es un país en vías de desarrollo y Estados Unidos es la cúspide del capitalismo. Pues sí, esa es una razón importante a considerar cuando comparto mi experiencia, pero lo cierto es que hay pequeños detalles que son mucho más importantes que eso.
Para comenzar, en Perú lo tenía todo. No me refiero solo a cosas materiales, como mi colección de libros, mi habitación propia o mi bicicleta; hablo también de mis seres queridos. En Perú viven mi abuela materna, mi madre, mis tíos y tías, todos mis primos, mi nana y, hasta hace poco, mi hermosa mascota. No solo eso, mis mejores amigos también están viviendo allá.
Cuando me mudé a Estados Unidos, supe que el sacrificio más grande que estaba haciendo era dejar atrás a mis familiares, al menos en cuanto a lo que se refiere a la cercanía física. Gracias a la tecnología actual, lo cierto es que podemos seguir en contacto, pero las salidas o las conversaciones directas quedaron atrás.
Yo estaba muy acostumbrado a salir con mis amigos a pasear y conversar, a ver películas en el cine con mi tío o convivir con mis compañeros y profesores de la universidad. Curiosamente, la pandemia empezó poco después de que me aprobaron mi visa de residente permanente en Estados Unidos y mi último ciclo en Perú fue en línea. No pude verme con amigos, las reuniones con familiares eran muy limitadas y realizar las compras para el hogar era extremadamente difícil. El gran beneficio para mí fue que ya no tenía que tomar el transporte público desde mi rincón en Surco hasta San Miguel para llegar a la Católica. Entre todo lo malo, algo bueno puedo rescatar.
La propia pandemia fue la causante de que casi pierda la oportunidad de venir. Como todos recuerdan, los vuelos internacionales estuvieron cancelados durante muchos meses. Tanto mi visa como la de mi hermano vencían el 22 de julio de 2020, pero un vuelo humanitario pensado para todos los estadounidenses viviendo en Perú nos salvó. Legalmente hablando, no éramos estadounidenses (y aún no lo somos, para eso falta un año más), pero se nos permitió subir a dicho avión. Después de todo, era un vuelo apto para ciudadanos y residentes estadounidenses. Tengo entendido que costó mucho dinero.
Recuerdo lo asustados que estábamos. Oficialmente, debíamos estar en Estados Unidos antes de las 12 de la mañana del día 23 de julio, porque nuestras visas vencían en ese momento. Llegamos a Florida alrededor de la 10 de la noche, las autoridades nos separaron y nos hicieron esperar en una oficina con otra persona más, y luego de 30 minutos confirmaron nuestra situación legal y nos dejaron pasar. Nuestro destino final era New Jersey.
Al llegar, las cosas se complicaron más de lo que pensamos. Mi papá había decidido mudarse a Florida… sin nosotros. Los papeles necesarios para comenzar a trabajar tenían la mala fama de demorar muchos meses y, luego de todos estos años conociendo a otras personas con residencia permanente, puedo confirmarlo. Nosotros tuvimos suerte. Nuestros papeles llegaron a finales de septiembre. Demoraron, pero no tanto. Nuestro papá estaba mudándose justo para la primera semana de octubre. Luego de conversar con mi hermano, tuvimos un plan bastante simple: probar durante unos meses la vida estadounidense y ver si el sueño americano valía la pena.
En búsqueda de la estabilidad
A partir de ese momento, mi hermano y yo nos dedicamos a ahorrar mucho para poder pagar nuestra renta. Comenzamos a trabajar en una tienda llamada Marshalls. La situación seguía bastante delicada por la pandemia y el pago no era tan bueno, sobre todo porque éramos considerados trabajadores de tiempo parcial y aquí se acostumbra a pagar por hora. Pese a ello, la empresa nos ayudó mucho. Nos trataron de ofrecer la mayor cantidad de horas posibles, nuestro jefe nos cuidó muchísimo, la mayoría de nuestros compañeros de trabajo nos trataban con mucho cariño y el encargado de nuestro departamento nos tuvo mucha paciencia en todo momento.
Yo incluso me aventuré a trabajar en Amazon a mediados de noviembre, pero duré menos de dos semanas en ese trabajo. La razón es que el trabajo era horrible, pero no ayudaba que el horario fuera mucho peor. Entraba a trabajar a las 3 AM, pero el último tren salía de la estación de Elizabeth a la 1:30 AM, así que me despertaba mucho más temprano de lo necesario. Además, la otra estación de tren quedaba a 30 minutos caminando del almacén donde trabajaba. Terminaba mi turno a las 2 PM y tenía que irme caminando con los pies destrozados. La experiencia fue horrible.
Por suerte, en Marshalls me esperaron y seguí trabajando allí por más de un año. Conseguí un ascenso rápido, el trabajo era relativamente sencillo; pero no había mucho crecimiento para mí. Los criterios de evaluación sobre mi desempeño eran ridículos. Además, yo estaba apuntando a cimas más difíciles de alcanzar. Fue entonces cuando me interesé en los bancos.
Había leído que los bancos pagaban bien. En los últimos años, algunos tenían sueldos iniciales relativamente buenos. Para un emigrante como yo, cualquier sueldo estaba bien. Mientras más, mejor. Conseguí una entrevista en Bank of America y, al parecer, todo había ido bien. Me preocupaba un poco que la persona que me había entrevistado era la asistente de la gerente y no la gerente misma, pero ella había tenido una emergencia y yo di una muy buena imagen en la entrevista. Pese a ello, pasó cerca de un mes y no me llamaron. Pensé que debía aplicar a otros trabajos antes de aventurarme a los bancos, pero recibí una llamada inesperada de una gerente de otra sucursal.
La realidad es que había tenido suerte. Mi entrevista inicial había sido rechazada y, puedo asegurar, había fallado debido a que no hablé directamente con la gerente de dicha sucursal. Eso lo aseguro luego de haber trabajado para el banco durante tanto tiempo. Pese a ello, la llamada del banco no era debido a esa entrevista pasada, sino que había una nueva gerente que quería conocerme. Ella estaba decepcionada con el nivel de los aplicantes que había recibido en Jersey City y había pedido los currículum que tenía recursos humanos sobre aplicantes cercanos a su zona. Fue entonces cuando mi currículum le llamó la atención.
No estoy muy seguro qué de toda mi información le llamó exactamente la atención, pero se me había abierto una nueva puerta que no podía desperdiciar. Acepté tener una entrevista y ella quedó encantada conmigo. Para ser sincero, no hablé mucho. Ella se sintió tan cómoda que decidió contarme cómo era la experiencia de trabajar para el banco y lo que me esperaría si trabajaba con ella. Una semana después, recibí la llamada de recursos humanos ofreciéndome el trabajo. Unos minutos después, recibí la llamada del jefe de la gerente diciéndome que debía tener una entrevista con él. Fue una sorpresa, porque ya se me había dado el puesto; pero lo acepté. Aún recuerdo que esa semana tenía poco dinero en mi bolsillo y la oficina de dicho jefe quedaba lejísimos. Es decir, el pasaje en tren me salió muy caro.
Traté de manejar la entrevista de la mejor manera posible, pero esa persona era como un robot. Ninguna cosa que dijera parecía afectarle. No sonreía, no movía la cabeza ni tampoco hacía sonidos de aprobación. Simplemente me miraba. En algún punto, me dijo que haríamos un role playing. Debía ofrecerle una tarjeta de crédito en un caso imaginario. Me pareció que fue bien, pero su actitud no me permitía saber si lo estaba haciendo bien o no. Me fui de la entrevista pensando que me había ido mal, pero al día siguiente me llamó recursos humanos para ofrecerme el trabajo.
A partir de ese momento, lo demás fue historia. Estuve trabajando para el banco cerca de dos años y medio. Una experiencia que aprecio mucho, gané mucho dinero; pero se me exigía mucho más de lo necesario. Incluso conseguí una oferta para recibir un ascenso, pero no veía mi futuro profesional en el banco. A mitad del 2023, mi hermano y yo estábamos seguros que queríamos estudiar en la universidad, así que nos metimos a las carreras que nos llamaron la atención.
La elección de una carrera era clave porque resultaba un punto importante en nuestra vida aquí. Básicamente, decidir estudiar aquí era aceptar que queríamos formar nuestras vidas profesionales en este país. Lo discutimos mucho y vimos que era lo más claro. Estábamos con buenos trabajos, teníamos estabilidad económica, habíamos conseguido buenos amigos y nos sentíamos muy identificados con el estilo de vida estadounidense. Nuestro futuro lo veíamos aquí y, así, tomamos la decisión de estudiar una carrera profesional. Yo ahora estudio Ingeniería de Software y mi hermano, Negocios Internacionales.
Continuando con la historia del banco, luego de todo ese tiempo, me aventuré a buscar algo mejor. Mi interés profesional estaba en la tecnología, mi gran aliada y una de las razones principales por las que decidí quedarme a vivir en el país. Si quería dedicarme a aquello que me gustaba, debía esforzarme mucho en convencer a las empresas que estaba listo para tener un puesto en esa área. En parte fue por ello que una carrera en tecnología me convenció. A comienzos de abril de este año tuve una serie de entrevistas para trabajar para otra empresa de finanzas como analista de datos y, luego de un proceso de selección bastante interesante, me escogieron. Ahora trabajo en eso y, luego de estas semanas en el trabajo, puedo decir que me encanta.
Los sacrificios se cobran
¿Recuerdan que dije que, al mudarme a Estados Unidos, estaba dejando atrás a mis seres queridos? Bueno, es más fácil decirlo que hacerlo. Cuando me fui de mi país, sabía que mi perrito estaba mayor y era particularmente delicado de la salud. Mi hermoso Lucky. Sabía que en cualquier momento él podría morir y, aún así, traté de evitar viajar a Perú con el único interés de ahorrar dinero o comprar las cosas que quería aquí. Me centré tanto en mi crecimiento aquí que olvidé lo más importante. Lucky se enfermó de gravedad hace un par de meses atrás y, por lo tanto, decidí viajar con mi hermano de emergencia a Perú. La noche antes de tomar el avión, nuestra familia nos hizo saber que Lucky había fallecido en la veterinaria por un paro cardíaco.
Cuando llegamos a Perú no pudimos tocar su cuerpo físico, solo pudimos recibir sus cenizas. Pese a todos los años que me convencí de que esa posibilidad existía, nada me preparó para el momento real. Volví a Estados Unidos con el corazón destrozado. En gran medida, fue por ello que decidí dejar el banco: simplemente ya no soportaba el estrés junto a la tristeza. No son emociones que deban ir juntas.
Poco tiempo después, mi nana perdió a su hijo de manera inesperada y tampoco pude estar a su lado para abrazarla. Y así se mueven los hilos del tiempo. Algunas veces siento que lo puedo todo, pero no puedo vencer al paso de los días. En algún momento será el turno de mi querida abuela, mi madre y muchos otros familiares que quiero mucho. La probabilidad es que esté aquí cuando muchos de ellos dejen este mundo. Ese es el sacrificio que decidí tomar cuando me quedé… y es algo para lo que nadie te puede preparar.
La idea de volver a Perú siempre recorre mi mente, pero Estados Unidos es ahora mi segundo hogar. Tengo la suerte de poder vivir junto a mi hermano y eso lo aprecio mucho. Creo que la soledad podría haber sido un gran detonador para dejar atrás la vida que hay aquí y, por eso, entiendo a todos aquellos que deciden volver al sentirse solos. Tengo la suerte de contar con un trabajo maravilloso, mi situación económica es buena, estoy en un buen barrio con un departamento cómodo, hago lo que me da la gana cuando yo quiero, estudio en una universidad que me ha enseñado cosas increíbles y estoy en uno de los mejores países del mundo para hacer dinero.
El siguiente año aplicaremos a la ciudadanía estadounidense y eso marcará la huella final en este camino. La decisión está tomada, pese a todos los sacrificios. En mi situación, los beneficios son mayores a todas las desventajas que puedan haber… y creo que le estoy sacando el máximo provecho a ello.